La aparición de Pablo Iglesias, el Ibérico Obama, está siendo un fogonazo de simbolismo. Como el presidente americano pero sin el Partido Demócrata detrás. Los mil y un opinadores ya han señalado que siendo muy críticos con los políticos y lo que dejó la transición, la banda sonora que utilizan es la de esos tiempos. Como si uno estuviera otra vez en los bajos del Aurrera de Madrid cantando eso de "la gallina ha dit que no visca la revolucio" de "La Gallineta" o el "tomba, tomba, tomba" de L´Estaca" que hacía Lluis Llach antes de marcharse a Itaca.
Aprendiendo con George Brassens |
Si hay que poner un punto de partida en eso que se podría llamar folklore de la transición está en Paco Ibáñez. Nacido en el 34 en Valencia, criado en el País Vasco hasta los 14 años, y desde entonces residente en Francia, conocer en París a Brassens (su versión en castellano de "La mala reputación es mítica) le enciende la luz. Musicará poetas españoles de cualquier época y eso hace durante tres discos que enseñaron mucha literatura a mucha gente. Son los que editó, hace casi cincuenta años, en el 1964, 1967 y 1969. Con esa trilogía abrió los oídos de los 70 hispanos y dejó sentado quien era, ya con ese vozarrón, esa mala leche y esas ideas claras que, hablando de dinero, sigue gastando. Las cosas no cambian mucho y Quevedo hace cuatrocientos años, siendo cortesano, dejaba en su lugar el dinero... y la moral, haciendo virguerías con el castellano. "Por importar los consejos/ en las casas de los viejos/ gatos le guardan de gatos/ Y pues él rompe recatos/ y ablanda al juez más severo/ Poderoso Caballero/ es don don dorodón, din don es don/ es Don Dinero". Este concierto es del 68, dos años después ya tenía prohibido vivir en España.
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