Hace tiempo que no entraba un tango, en este caso una milonga. Y no una cualquiera, esta es la milonga en la que Cadícamo relató una de las leyendas más antiguas del tango porteño. La de la rivalidad que allá por 1911, cuando apenas empezaban a cantar, les llevo al Morocho (Carlos Gardel) y el Oriental (Jose Razzano), primero a ser competidores y luego durante quince años pareja musical. En 1925 Razzano tuvo problemas con la voz y pasó a ser representante de Gardel hasta 1933.
D´Agostino y Cadícamo, dos viejos amigos |
El tugurio donde Gardel se daba conocer como el Morocho o el Francesito se llamaba Café O´Rondeman en la esquina de Agüero y Humahuaca. En el barrio de la Balvanera, en El Pelado, esquina Entre Ríos y Moreno, tenia su parroquia Razzano el Oriental, que era de Montevideo. Las canciones todavía no tenían la violencia del tango y eran más vidalitas, milongas y valses, tampoco eran cantores, sino payadores. Y esta letra canta el momento mágico en que se citaron para cantar juntos, un reto que acabo siendo la piedra angular del tango, "alla por Olavarría esquina Almirante Brown". Esta milonga se compuso en la época dorada del tango, la de las grandes Orquestas Típicas, con su punta de bandoneones y violínes, su contrabajo y su piano. La época dorada de Cadícamo que hizo letras para todos los compositores y fue gran amigo de D´Agostino, un compositor que peleó con los grandes, Troilo, Di Sardi o D´Arienzo. Hay versiones de Canaro con Nelly Omar, del mismo Troilo o la más moderna de Adriana Varela, pero esta que canta Ángel Vargas, el Ruiseñor es la original. "Un aplauso general al dúo iba saludando/ Y el Morocho iba templando/ lo mismo que el Oriental/ Templaron con alegría/ sus instrumentos a fondo/ Y el silencio era tan hondo/ que ni las moscas se oían" Y Razzano recordaba siempre como por el barrio le saludaban "Adiós Pepe, Adiós Orientalito".
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